Sin duda, el cambio de gobierno no solo será una transición entre dos personas, será un giro completo en la política del país. Existe una gran esperanza en materia social, económica y política, pero la expectativa más grande gira en torno a la paz, Gustavo Petro desde su elección se ha movido en temas de negociaciones con grupos armados y ahora con su plan “paz total”, que pondrá en marcha desde el próximo 7 de agosto.
Los últimos cuatro años no han sido alentadores prácticamente para ningún sector de nuestro país, un presidente que implementó el acuerdo de paz de forma lenta y selectiva, con más trabas que disposición. Según el último reporte de la fundación Ideas para la Paz, en el gobierno de Duque los grupos armados se fortalecieron, el homicidio aumentó en un 7% y las masacres crecieron en más del 100%.
Por donde se mire, Duque abofeteó a la paz, más de 930 líderes sociales asesinados, la mayoría integrantes de comunidades vulnerables, indígenas, afrodescendientes, integrantes de la comunidad LGBTIQ+ y mujeres, sin mencionar que las conversaciones con el ELN estuvieron congeladas, y en estos últimos días los ataques a policías y militares han sido recurrentes. No cabe duda de que estas serán tareas muy importantes para el gobierno Petro.
El plan de “paz total” tiene dos caminos claros, principalmente retomar los diálogos en busca de un proceso de paz con el ELN, lo cual parece ir por muy buen camino y, por otro lado, la creación de un proyecto de ley para el sometimiento a la justicia de los grupos al margen de la ley sin origen político, como el Clan del Golfo. Esta segunda parte del objetivo dependerá de la disposición de dichos grupos, en necesario que dejen de cometer asesinatos como los recientes en medio de su “plan pistola” y que acepten la idea de negociación.
Esta nueva propuesta de “paz total” ha repercutido no solo en el país, sino fuera de él y algunos países se han pronunciado mostrando su total apoyo. Chile se ofreció como sede de un eventual diálogo con el ELN, aunque todo apunta que, de darse, la sede sería Cuba nuevamente y España ha manifestado su deseo de apoyar un diálogo, pues fue allí en donde comenzaron en 2016.